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LA CULTURA COMO CUARTO PILAR DEL DESARROLLO SOSTENIBLE


Autores:
Milton Achicanoy Rodríguez
Sebastian Meneses


Gracias a la UNESCO y a la cumbre mundial sobre el desarrollo sostenible la cultura se convierte en el 4 pilar del desarrollo sostenible, pues la cultura al fin y al cabo moldea lo que entendemos por desarrollo y determina la forma de actuar de las personas en el mundo.


Ésta perspectiva plantea una relación entre cultura y desarrollo sostenible a través de un enfoque doble; desarrollando los sectores culturales propios y abogando para que la cultura ocupe el lugar que le corresponde en las políticas públicas.
Debemos invertir esfuerzos y voluntades para los desafíos de naturaleza económica, social, medioambiental y cultural, la creatividad, el conocimiento, la diversidad, la belleza son presupuestos imprescindibles para el diálogo por la paz y el progreso, pues están unidos con el desarrollo humano y su libertad.

Debemos promover la continuidad de las culturas locales indígenas, para que puedan converger con las culturas urbanas y crear nuevas formas de creatividad, contribuyendo así a la conservación de la identidad y la diversidad. La humanidad tiene como desafío mayor los diálogos interculturales, como recurso inagotable de la sociedad.


Los gobiernos locales deberán incluir proyectos y planes culturales en sus políticas de desarrollo, garantizar que las nuevas generaciones tengan acceso a la cultura y sus manifestaciones, los retos culturales presentes deben ser resueltos con la misma importancia y urgencia que las necesidades de los otros tres pilares.

Nos queda a todos como miembros de la comunidad, recordar que la falta de reconocimiento de la dimensión cultural dificulta la posibilidad de conseguir un desarrollo sostenible, la paz y el bienestar. Que el objetivo principal de las gobernanzas es construir una sana sociedad, tolerante y creativa, dejar que la cultura con su importancia en el desarrollo del ser sea quién acompañe a la solución de problemas y a la construcción de sociedades más equitativas y pacíficas.

Teniendo en cuenta que el gobierno de turno, sea local o nacional, tendrá la obligación de presentar a la comunidad proyectos culturales dirigidos a todos los ámbitos y para todas las artes, para que desde cada institución educativa y artística asuma su responsabilidad con la comunidad, de presentar productos artísticos y culturales beneficiosos para la sociedad.

Los artistas tenemos la tarea de repensar nuestro entorno y salvaguardar las memorias que nos distingan de los demás para que en medio de la diversidad podamos formar artes llamativas, inclusivas y de calidad.


Además de ofrecer alternativas en servicios culturales tenemos la responsabilidad de transmitir nuestros conocimientos de la mejor manera, para que las nuevas generaciones tengan acceso directo a la educación artística y cultural.

Cuando la educación artística desarrolle proceso de calidad dentro de una región, la fase siguiente sería trabajar de manera conjunta con otros países, para así poder colaborarnos en el desarrollo, enriquecimiento y fortalecimiento de las culturas, obviamente, sin dejar de ser fiel a sus raíces y a sus ideales.

Recordemos que la falta de conocimientos de la dimensión cultural del desarrollo dificulta la posibilidad de conseguir un desarrollo sostenible, necesitamos trabajar conjuntamente por un futuro que satisfaga las necesidades del presente sin poner en riesgo los planes a largo plazo, asegurando que la cultura es necesaria para afrontar los desafíos actuales de la humanidad.

Todas las gobernanzas, en todos los niveles; local, municipal, nacional e internacional, debe dotarse de un fuerte componente cultural, que en realidad genere beneficios a la sociedad, deben integrar explícitamente a la cultura en los programas de desarrollo sostenible, impulsando el debate en todos los ámbitos políticos a nivel mundial y promoviendo su incorporación en el diseño de las políticas internacionales.
Es por lo tanto tranquilizador que en el momento ya está presente la idea de que la cultura se sitúe en el papel sobresaliente que le corresponde en todos los discursos que tengan que ver con la humanidad, pues es fruto de su herencia y es base para construir un futuro.

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